miércoles, 23 de marzo de 2011

Hasta el último piso


En mi edificio no hay ascensores. Los vecinos se quejan: la tendinitis, la artritis y hasta las picaduras de mosquitos parecen impedimentos para subir la escalera que, por poco, no es la de Led Zeppelin.


La gente no llega a volverse anciana en ese lugar, como mucho llegan a los 60. La única abuela que nos queda vive en la planta baja  y, seguramente se irá a un asilo el próximo año.


Yo vivo en el segundo piso, y a pesar de los años me siguen doliendo las rodillas al subir.  Mi padre vive en otro apartamento, el de él sí tiene ascensor, y de los modernos. Es una de las cosas que más disfruto cuando voy a su casa, pero hay veces que me olvido y subo, peldaño a peldaño, los cuatro pisos.


Otro beneficio del ascensor, además de que no cansa  y tiene espejos, es que llegas  más rápido. Es muy útil cuando tienes prisa, pero también es más peligroso. La caída puede ser mortal. En cambio en la escalera puedes tropezar y quedar en la mitad. De esa manera, volver a escalar no será tan difícil. A su vez, son más altas las probabilidades de que te escuchen si  pedís auxilio, en el ascensor estás más aislado, no te oirán por más que grites.


Por otra parte, si sólo subes en ascensor sufrirás demasiado al hacerlo por las escaleras. Las piernas te dolerán y sentirás que el corazón te sale por la boca.  Quizás tengas que volver para atrás.


Los bebés no pueden subir la escalera solos, necesitan de alguien que los cargue. Hasta que aprenden. Primero colocan sus manos en el escalón superior y apoyan las rodillas hasta pararse, luego, cuando alcanzan determinada altura, se ayudan sólo del pasamano.


Llega a una edad en la que tienes que subir solo, ya nadie te lleva. Es tu decisión.  Si no quieres hacerlo será tu problema, como mucho tendrás un par de vecinos condescendientes que te alcancen un poco de agua y comida los primeros días. Luego estarás a la deriva y si no te animas, nunca llegarás a tu casa.


Lo de los ancianos es distinto. Ellos ya subieron y bajaron muchas veces.  O no.  Pero si ya no lo hicieron no lo harán a esta altura.  Están cansados,  y lo único que quieren es disfrutar de los placeres de la vida.


La vida es eso. Un subir y bajar escaleras.  Lo ideal es que siempre se puedan bajar por decisión propia, así como se suben, pero muchas veces nos obligan a hacerlo. Si hay algo que no se puede cuestionar es que todo parte de nuestra iniciativa. Y que por más que la comida de la vecina sea rica,  hay que pararse y seguir.                                                                                

Además está comprobado: los mosquitos pican más al que se queda quieto. 

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