miércoles, 27 de abril de 2011

Postergados



Esta porción de tierra llamada Uruguay está un poco olvidada. El mercado chico, la idea de que forma parte de Argentina y la enormidad de los vecinos transforman a la pequeña república en una especie de cosa tapada, sin gracia ni mención. Lo peor es que nosotros, los orientales, no terminamos de tomar conciencia de eso.

Somos la bellota de La era de hielo. ¡O peor! somos menos, porque ni siquiera hacemos mella. Nos conformamos con los restos. Vendríamos siendo el último orejón del tarro, las últimas gotitas de naranja exprimida. Cuando tienen sed nos recuerdan. Ahí sí.

Roxette arribó este mes a Uruguay en el marco de la gira que comenzó en Kazán, Rusia, el pasado 1º de mayo. Su último trabajo discográfico data del año 1995. Muchos de los que van a verlos indican que sus temas les recuerdan a la infancia. Y justamente a eso apelan estas bandas cadavéricas, a la nostalgia, a lo que fue. Porque cuando estaban en la cresta de la ola, no aparecían ni por asomo.

Cuando en el resto del mundo se los olvidó, Uruguay los recibe como grandes estrellas. “Uh qué bueno, vino Roxette a Uruguay. Debemos de tener algo para que los suecos quieran tocar acá”. No se dan cuenta de que, seguramente, fueron hasta a Antananarivo antes de llegar a Montevideo.

También vienen bandas como Guns and Roses. Guardan la esperanza de que no nos hayamos enterado de que el Axl Rose de turno engordó 30 kilos y que ya no puede ni correr los 20 metros de escenario. O con la intención de sentirse semidioses en los 8 pisos de hotel que reservan, entre “indios” que los abaniquen.

No te va gustar dice que muchas luces no se ven, ni tenemos variedad. También se afirma que si se terminara el mundo en el 2012, en Uruguay colapsaría en el 2022. Todo llega tarde. O no llega.

Yo sí que conozco un lugar al que no van los autos, los submarinos ni los aviones. Ni los perros.


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